Después de terminar La Casa de La Plaza Mayor, Juan Uribe Mondragón
construyó la famosa “Casa Quinta” en la década de 1830, para el recreo y
descanso de su familia. Esta mansión, asociada con la riqueza y el lujo, era
única en su género y una de las principales atracciones, para los forasteros y
transeúntes que visitaron la ciudad de Medellín en el siglo XIX.
La casa, de un solo nivel, estaba rodeada de árboles y jardines. Ocupó
una céntrica cuadra de la ciudad y se destacó arquitectónicamente por la
generosidad de sus espacios: altos techos, amplios corredores y grandes habitaciones con puerta-ventanas plegables.
Un elegante portón de estilo jónico, permitía el acceso a la propiedad. Esta a su vez, estaba delimitada por una reja de hierro forjado y en las noches solía iluminarse con antorchas. La mansión era tan grande que podía albergar a todo un regimiento militar.
Un elegante portón de estilo jónico, permitía el acceso a la propiedad. Esta a su vez, estaba delimitada por una reja de hierro forjado y en las noches solía iluminarse con antorchas. La mansión era tan grande que podía albergar a todo un regimiento militar.
En sus tiempos de gloria, La Quinta vio desfilar lo mas distinguido de
la sociedad; en su interior se degustaba lo mejor de la gastronomía criolla,
buenos vinos y en sus salones se escuchaba música culta, se celebraron los mas
animados bailes y reuniones sociales de la época.
La Casa Quinta se construyó en los antiguos terrenos donde el doctor
Ignacio Valentino Uribe Mejía (1737-1811), el padre de Juan, tuvo su estancia y
cultivos agrícolas.
Según los planos urbanísticos del fundador de Medellín Miguel de Aguinaga (del año), el terreno de
don Ignacio Uribe, ubicado dentro del perímetro urbano, debía fraccionarse para permitir el trazado recto de las
calles. Posteriormente Juan Uribe Mondragón adquirió uno de los nuevos lotes de
tierra, (una cuadra entera sobre la calle Carabobo, entre Maturín y Pichincha)
para construir La Quinta.
A la muerte de el señor Uribe Mondragón, La casa pasó a manos de su hijo Juan Uribe Santamaría,* quien la renovó para adaptarla a los nuevos tiempos. El, su esposa Benigna Uribe Ochoa y sus tres hijas vivieron en La Quinta durante décadas, dándole un renovado aire de esplendor.
* Uribe Santamaría, Juan:
1816-1873, él al igual que su padre fue un hombre sobresaliente,
rico, y elegante.
A la muerte de los señores Juan Uribe Santamaría
y Benigna, la casa pasó a manos de sus tres hijas Elena Uribe casada
con Eduardo Vásquez Jaramillo, María Dolores Uribe casada con Julio Vásquez Barrientos y María Tereza
Uribe casada con Estanislao Sañudo Callejas.
Finalmente, la propiedad se vendió a
particulares, perdiendo el carácter familiar del que siempre gozó. La quinta
tuvo varios usos y con ellos llegó la decadencia. La propiedad pasó a ser
regimiento militar, estación de bomberos, sede de los Boy Scouts, entre otros.
El terreno de la casa se dividió en lotes, donde se construyeron nuevas
viviendas. La casa fue demolida cerca de 1922, para construir un nuevo edificio.
Durante décadas, La Quinta brilló en
Medellín, con luz propia. Ella sorprendió a propios y extraños, considerándola
una atracción turística. Fue parte integral de la vida y la historia de la
ciudad durante el siglo XIX y principios del XX.
En su libro Miscelánea sobre la historia los
usos y las costumbres de Medellín. P.49. Enrique Bernal Nicholls dice:
“…muy a finales del siglo se abrió
El Carretero del norte por donde corrió el tranvía de mulas de los belgas.
Hacia el sur no podía extenderse por el tapón que por muchos años formó el
doctor Ignacio Uribe. Al ganar el pleito el Cabildo, Don Juan Uribe Mondragón
construyó su quinta de recreo entre las calles Maturín y Pichincha (47 y 48).
Iba en coche de su casa en la plaza mayor, esquina de Bolívar con Colombia;
esto ocurría por los años de 1830 a 1840.”
En su libro Crónicas e
historias bancarias de Antioquia, P.265 Enrique Echavarría Echavarría describe la Casa Quinta:
“Cuando un forastero venía a Medellín se le preguntaba:
¿conociste la quinta de don Juan Uribe? como se hacía con los viajeros a Paris:
¿conociste la torre Eifel? Don Juan construyó esa casa hacia el año de 1840;
fue a Europa; de allá trajo deslumbrantes muebles, de arañas de cristal, de
enormes consolas de mármol, de espejos de cuerpo entero, y de todo lo demás por
el estilo, hasta que adorno su regia mansión. Tanto lujo y magnificencia
causaban asombro a los a demás habitantes de la Villa.”
En su libro Crónicas e historias bancarias de
Antioquia. P.87 Alberto Bernal Nicholls dice:
“En cuanto a mansiones elegantes,
adornadas con muebles traídos del exterior a espaldas de fornidos cargueros, en
donde se celebraban suntuosas fiestas sociales como fueron los bailes que daba
D. Juan Uribe Mondragón en su casa de la plaza mayor y en la Quinta; o las de
D. Carlos Coriolano Amador en su palacio de la calle del Comercio (hoy Cra,
50), o en el de su hijo José María en La Playa de la Quebrada o en sus casas de
campo de Belencito y Miraflores; o en la Alameda en la casa de del General
Pedro Alcántara Herrán…”
José María Bravo Betancur escribió en su
libro: De Plaza Mayor a Parque Berrío, página 39:
“En ese proceso de desarrollo y
crecimiento, se dio un paso muy avanzado en 1835. Las calles cuando aún no
estaban siquiera empedradas, eran la base estructural de la incipiente
población; el señor Juan Uribe Mondragón, que introdujo la primera carroza como
medio de transporte traída de Jamaica, las recorrió en ella tirada por dos
soberbios caballos.”
En su libro Miscelánea sobre la historia los
usos y las costumbres de Medellín. P.65. Alberto Bernal Nicholls agrega lo
siguiente:
“En 1837 la llegada del notable
músico D. Eduardo Gregory despertó el entusiasmo musical. Sólo las residencias
de D. Alejo Santamaría y de D. Juan Uribe Mondragón, lucían muebles
extranjeros; los demás usaban los siguientes, de burda fabricación nacional: en
la sala tarimas anchas de madera, cubiertas por tapetes de lana…”
Gracias por compartir bellas historias de mi viejo medellin y sus importantes personajes.
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