lunes, 4 de julio de 2011

María José Bulnes de Castro con un nieto. San Francisco, California. Ca. 1918

Por: Sergio Londoño
Retrato: María José Bulnes de Castro, “mamá Chuss” y un nieto.
Fotografía: Boye, San Francisco, Ca.1918

María José Bulnes de Castro contrajo matrimonio con Arturo Emilio Castro y fueron los padres de Clara Castro Bulnes de Urreta, casada en septiembre de 1897 con el Dr. Manuel María Urreta Uribe de Medellín, Col. Hijo de Ramón María Urreta Saldarriaga y de Carlota Uribe Latorre
Nieto paterno del Coronel-Gobernador de Antioquia Gregorio María de Urreta Tatis y Rosalía Saldarriaga Vélez
Nieto materno de Tomás Uribe Santamaría (hijo de Juan José Uribe Mondragón y Teresa Santamaría Isaza) y Domitila Latorre Escobar.

María José Bulnes de Castro murió en San Salvador, El Salvador, cerca de1940, a los 84 años.

María José Castro-Bulnes y Arturo Emilio Castro fueron los abuelos maternos de:
1.    Carlota Urreta Castro casada con Raúl Arango Santamaría.
3.    Clara Urreta Castro casada con Dr. Samuel Misas Restrepo.
4.     Ramón Urreta Castro casado con Elena Bernal Nicholls.



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Crónicas de Teresa Urreta Castro de Vélez
Los siguientes relatos son parte de  una cinta de audio grabada en 1982 donde Teresa Urreta contó lo siguiente:

Mi abuela materna María José Bulnes-Castro, estaba casada con Arturo Emilio Castro, y la llamábamos cariñosamente Mamá Chuss. Ella tenía un acento extraño, yo no estoy segura, pero creo que nació en El Salvador, además era en San Salvador donde vivían muchos de sus parientes. Ella conocía muy bien ese país y su sociedad. Yo siempre la recuerdo como una mujer dulce y cariñosa. Ella siempre mantenía una sonrisa en la cara, le fascinaba la música y la lectura. Mamá Chuss gozaba de buena salud, no le gustaba levantarse temprano. Desayunaba y leía el periódico a solas en su habitación y de esta salía impecablemente vestida a las 10:00am. para tocar el piano. En las horas de la tarde siembre había en su casa una o dos amigas tomando el té con pastelitos y galletas recién horneados y al anochecer ella se cambiaba de ropa para comer con algunos invitados o familiares.
Después de la muerte repentina de don Arturo Emilio, doña María Jesús  Bulnes de Castro, aunque aun era vista como una mujer joven y muy animosa, no dejo de extrañar a su esposo Emilio, por lo cual rechazó cualquier proposición de matrimonio, entre tanto ella encontró apoyo emocional en sus cuatro hijos. Mamá Chuss estaba en su casa de San Francisco, California, cuando ocurrió el terrible terremoto de 1917 en San Salvador. Este terremoto se sintió en todo El Salvador y en los países limítrofes, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Solo unos pocos de los hermosos edificios públicos y privados se salvaron de la destrucción total. La cosmopolita y moderna ciudad de San Salvador quedó cubierta con un espeso velo de cenizas volcánicas que se mezclaban con el agua de la lluvia, pintando de dolor toda la ciudad, las poblaciones y provincias cercanas al volcán… Tan solo bastó una  noche para llevar al país de El Salvador y a su pueblo a la ruina total. Mi abuela fue una de las miles de personas que perdió todas sus posesiones. De su casa, ubicada frente a la plaza, no quedó sino el corredor del patio principal, construido con unas gruesas columnas talladas en piedra, y su techo abovedado. Ella permanecería viviendo en San Francisco durante los años siguientes al terremoto y solo regresaría a San Salvador cuando la ciudad  presentara un nuevo y renovado aire.
María Jesús, con los años, se fue alejando de la vida social y cultural de San Francisco. Ella se quedó recordando aquellos días en los que disfrutaba de una vida llena de enriquecedoras experiencias. Posteriormente ella ya con un cuerpo pesado y un corazón reblandecido por la nostalgia, decidió regresar a  San Salvador donde murió en el año de 1940.
María Jesús Bulnes de Castro, Mamá Chus, a pesar de los golpes de la vida, fue una mujer fuerte que nunca se dejo apabullar por los avatares del destino. Ella demostró ser una mujer inteligente, justa y generosa, una buena madre y fiel espos,; amante de la vida, una mujer citadina que vibraba  con la música clásica y la ópera. Ella que aunque no se destacaba por una gran belleza, era una mujer alta y elegante, que se distinguía inmediatamente por su estilo de vestir, su carácter envolvente y una seguridad al hablar.
Teresa Urreta termina diciendo en un tono jocoso:
“¡Aunque yo no acostumbro hablar mal de los muertos, también reconozco que ella era muy estricta, mandona y criticona!.

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